Tenemos que enseñar a votar a nuestros electores: es la máxima que a diario escuchamos en estos días previos a los comicios regionales del próximo 23 de noviembre. Y aunque ciertamente este proceso luce "innovador" por la cantidad de tarjetones, en algunos estados y municipios pareciera que existe un ánimo de espantar a los electores atemorizándolos con la votación.
Votar es muy fácil; tenemos ya varios años bajo un proceso de aprendizaje electoral. Desde 2004, venimos utilizando la misma máquina a la cual nos hemos enfrentado para el referéndum presidencial, la elección regional de 2004, la elección presidencial y la pasada consulta de reforma constitucional. El venezolano ya está acostumbrado a ejercer su derecho al voto, a familiarizarse con su tarjetón electoral y con la papeleta.
Ya ante tanta triquiñuela por parte de quienes deben velar por la garantía de la transparencia de los comicios, el elector, sin mayor escándalo ni exposición, escoge la organización política y a sus candidatos de preferencia. El día de la elección, plasma su voto con la clara convicción de defender la democracia, bien bajo la ideología afecta al Gobierno o bien los que estamos convencidos de que tenemos derecho a vivir mejor.
Este proceso electoral que viviremos el 23 de noviembre no es complicado. Y ciertamente es tiempo de enseñar a votar, de dar a conocer con mayor profundidad en estos días restantes, en cada estado y en cada municipio, las opciones electorales de cada organización política. Es tiempo de enseñar a votar y no de insultar. Es tiempo de convencer y no de ofender. Es tiempo de proponer y no de descalificar.
Votar es muy fácil; tenemos ya varios años bajo un proceso de aprendizaje electoral. Desde 2004, venimos utilizando la misma máquina a la cual nos hemos enfrentado para el referéndum presidencial, la elección regional de 2004, la elección presidencial y la pasada consulta de reforma constitucional. El venezolano ya está acostumbrado a ejercer su derecho al voto, a familiarizarse con su tarjetón electoral y con la papeleta.
Ya ante tanta triquiñuela por parte de quienes deben velar por la garantía de la transparencia de los comicios, el elector, sin mayor escándalo ni exposición, escoge la organización política y a sus candidatos de preferencia. El día de la elección, plasma su voto con la clara convicción de defender la democracia, bien bajo la ideología afecta al Gobierno o bien los que estamos convencidos de que tenemos derecho a vivir mejor.
Este proceso electoral que viviremos el 23 de noviembre no es complicado. Y ciertamente es tiempo de enseñar a votar, de dar a conocer con mayor profundidad en estos días restantes, en cada estado y en cada municipio, las opciones electorales de cada organización política. Es tiempo de enseñar a votar y no de insultar. Es tiempo de convencer y no de ofender. Es tiempo de proponer y no de descalificar.
El procedimiento es sencillo; en lo personal, recomiendo a los votantes familiarizarse con la tarjeta donde aparece el candidato de su preferencia y el número de cargos por elegir. Una vez frente a la máquina, marque los óvalos y valide el proceso al finalizar. Usted ya sabe que en esta oportunidad escogeremos gobernadores, alcalde mayor, alcalde, diputados y concejales. Lleve su chuleta y salga temprano. Tenga paciencia; recuerde que tenemos sólo un día para votar y cuatro años para tener un buen o mal gobierno. El cambio está en nuestras manos y el voto es el instrumento para que sea posible.